viernes, 16 de octubre de 2015

CRÓNICA SALIDA PICO SAN MILLÁN (18-20 SEPTIEMBRE)

Aunque parecía que el tiempo iba a estar a nuestro favor, no fue así. Se nos hizo corto, eso sí, el clima espectacular, ni gota de frio ni de calor.


Salimos de Segovia el viernes por la tarde, con el fin de estar en el albergue de Pradoluengo para cenar, pero para cenar algo “ligero” que nos dieron las chicas del albergue,  no vaya a ser que nos empachemos y no podamos subir al San Millán. 


Mañana fresquita, un buen desayuno y nos dispusimos a coger los coches sin más demora para acercarnos al comienzo de la ruta. 


Una ruteja de unas cinco horas y media que se alargó a ocho horitas de lo bonita que era. Empezamos subiendo junto al rio Urbión para adentrarnos después en un bosque encantado de hayas. Al coger altura y desaparecer la vegetación fue cuando nos dimos cuenta de a lo qué habíamos ido, ahí estaba el San Millán, tremenda ascensión la que nos quedaba por delante y, además, nos acompañaba “manolo” en todo su esplendor (no lo digo por el cordobés, que también nos acompañaba). 






Así,  al tran tran y con sus pertinentes paraditas para reagruparnos, oye! que nos hicimos con él. 




Tras un buen picnic y tras disfrutar de las maravillosas vistas que nos ofrecía la cumbre, hasta la sierra Carpetovetónica se veía, empezamos a descender. Bajando por unas laderas que nos recordaban a los dibujos de Heidi, acabamos adentrándonos en un nuevo bosque hasta topar con el arroyo Allúzarra y comenzar así la ruta de las cascadas. Ya sólo quedaba seguir el río, cruzarlo unas cuantas veces, localizar los mojones y disfrutar del paseo.  O bien desandar un poquito para tomar otra alternativa a la ruta, ante la posibilidad de que el río estuviese algo crecidito. Tiempo habría para retroceder si llegase a ser necesario, así que el grupo decidió continuar por el río. Qué bonita fue la bajada por el rio, sus cascadas y el hayedo.



Por lo bien que lo hicimos y nos portamos, decidimos que había que hacer un poco de recreo. Unos a cañear, otros a escalar y otros a yoguear, hasta juntarnos antes de la cena para disfrutar del concierto con el que nos brindó una paisana segoviana, Marta Revuelta. 


Magnífico sábado, pero aún quedaba subir al Mencilla y aunque algunos estábamos algo resentidos por lo exigente que fue subir el San Millán, había muy buena predisposición. Cogimos los coches y nos dirigimos a Pineda de la Sierra esta vez para comenzar la ascensión. Dimos comienzo a la ruta dejando detrás el pueblo tan bonito que nos iba a esperar a la llegada. A pocos metros, tras pasar una ermita, tomamos el camino de ascenso que nos introduciría en otro magnifico bosque de hayas, para llegar a un merendero y coger las pertinentes fuerzas porque solo acabábamos de comenzar. Continuando una pista, llaneando más bien, aparecimos en el albergue Valle del Sol a los pies del Mencilla y de unas antiguas pistas de esquí. El camino de subida era evidente, trazado por los remontes, pero, como ya no funcionan, no quedó más remedio que cada uno pusiese rumbo a la cima con el ritmo que buenamente pudo. Una vez reunidos todos en la cumbre, después de las fotos de costumbre y de picotear lo merecido, sólo quedaba el descenso por praderas, bosques y una pista muy cómoda, que nos llevó de vuelta hasta Pineda de la Sierra, eso sí, disfrutando otra vez del los magníficos paisajes que nos brindaba la Sierra de la Demanda.


Para no perder las buenas costumbres, sin más demora, nos reagrupamos en la terraza del bar del pueblo donde, con unas cervezas y la comida que quedaba en las mochilas, pasamos un buen rato comentando el fin de semana con la magnífica y acogedora gente del Club Deportivo Aguacero. 
Muchas gracias a todos y un abrazo.



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